Varios estudios muestran que el consumo de drogas produce cambios en el genoma que se pueden transmitir a las generaciones posteriores
El sistema de recompensa de nuestro cerebro aparece para asegurar nuestra supervivencia. Tenemos que tener deseo por comer o por perpetuarnos experimentando un placer pues de lo contrario no llevaríamos a cabo estas acciones básicas. Sustancias como la cocaína actúan sobre los mecanismos de recompensas naturales de nuestro organismo, nos hacen sentir bien pero con un efecto mucho más intenso que cuando hacemos el amor, saciamos nuestra sed o simplemente satisfacemos el hambre. Estas vías, para asegurar nuestra supervivencia, están detrás de las adicciones.
Diversos estudios del cerebro aseguran que existe una predisposición genética a que una persona sea propensa a sufrir una adicción. Como novedad se ha descubierto que además de estar inmiscuida en nuestro código genético, la adicción es heredable. Para ello se han tomado como objeto de estudio niños gemelos y se ha mostrado que el riesgo de abusar de las drogas es heredable hasta en un 60% de los casos que se han relacionado con variaciones en el genoma humano. El genoma humano también puede sufrir cambios debido a las variaciones químicas que se le agregan por el estilo de vida, es lo que se denomina epigenoma. Eso sucedería también con la vulnerabilidad a las adicciones.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Fudan, en Shanghái, China, ha publicado los resultados de un estudio que puede ayudar a entender un poco mejor la relación entre los cambios epigenéticos de un consumidor de cocaína y la propensión de sus hijos a tomarla sin control. Las pruebas se realizaron con roedores y el accionamiento de una palanca para contabilizar el grado de motivación del animal con la droga. Una vez que identificaron a los animales con más interés por tomar cocaína, observaron la relación de sus crías con la sustancia y vieron que tenían mayores probabilidades de engancharse. Los investigadores analizaron el esperma de los ratones y encontraron marcas epigenéticas que se mantenían en la descendencia.
El consumo de cocaína de los padres se ha relacionado con problemas de ansiedad en los hijos, memoria deteriorada o déficit de atención. Además, se ha observado que si la madre toma cocaína antes del embarazo, se incrementa la sensibilidad de los hijos ante la droga, algo que facilita la adicción.
FUENTE: El País